Se dice de ti, que eres una enciclopedia, pero una enciclopedia olvidada no creo que te agrade ser, miro tus ojos y contemplo las tristezas de tu alma, melancólico y entre sollozos como si te faltase algo, te contemplo  aún más y me pregunto que mañana es el que esperas, a quien buscas  saciar el vacio de tu pecho.

 

Tu vista amarillenta, opaca, sombría, clamando que no te ignoren, muestra cierta súplica como si en ella dijeras que también amas este mundo y tienes derecho a permanecer en él, tus ojos que han mirado tanto que hoy no pueden guiarte pero saben diferenciar el bien y el mal, la hipocresía, la iniquidad, la bondad, el interés, el amor y el desamor.

 

Miro tus manos pálidas, arrugadas temblorosas  y pienso si en tu juventud tuvieron ansias de crear, quizá te gusto pintar, escribir o moldear, acariciar un rostro, armar o desatar. Miro tu boca ya sin aliento, y pienso si en antaño cantaste , a la vida, al amor y tus derrotas, tu cabeza, tu cabello blanco anunciando que el tiempo destiñe, desgasta. Despiertas en mi cierto desconcierto, tendrías venas de poeta, científico, filósofo, o de revolucionario quizás.

 

Te esfuerzas por escuchar, sacudes tus oídos como si estuvieran tapados, serías amante de conciertos,  sonatinas,   cantos de pájaros murmullos.

 

Tu cuerpo enjuto, sombrío, antaño cálido y vigoroso, me pregunto si en las noches junto a tu almohada lloras, pensaras si la muerte extinguirá tu frio, si con ella terminaran las nostalgias de tu alma, eres una luz que poco a poco se extingue, para ser foco de luz, de luz  esplendorosa en la permanente inmensidad del eterno. 

 

 

MÁS TEXTOS DE ÁNGELA CAJIAO:

 

Es mejor crer en Dios, 

Cristal, Princesita, Nostalgias,