

Ser y no ser
Por: Ruby Santander Bastidas
Luchito, el leñador, arruma los últimos troncos y suspende su trabajo. No se siente bien. Saborea su café con chalmacas que le sirve Sarita, su mujer, y baja hasta el puesto de salud.
─Buenos días, mi doctor.
─Buenos días, Luchito. ¿Y ese milagro?
─Sabrá usted que estoy muy enfermo y muy confundido.
─ ¿Qué tienes?
─Eso mismo vengo a preguntarle, doctor.
─Bueno, Luchito. Entonces, ¿cuál es tu problema?
─Tengo una rara sensación, mi Doctor., me cansa y no me cansa, tengo fiebre y no la tengo, siento sed y no la siento; todo el cuerpo me duele… me duele y no me duele.
─ ¡Escúchame, Luchito! Súbete a la camilla y no te subas; te examino y no te examino; te formulo y no te formulo; vete a la droguería y, allí, compras y no compras estos medicamentos. Luego vas a tu casa y, según cómo te indico, te los tomas y no te los tomas. Así, pronto, te mejoras y no te mejoras. Con esta enfermedad extraña, te mueres y no te mueres. Igual da porque, al final de todo, eres y no eres.
─Adiós, doctor Solarte. ¡Le agradezco y no le agradezco! Y así, le pago y no le pago.
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Ser y no ser, sexualidad elemental, te amo tanto que te soñé.
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