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BUENOS FINALES

Muchas veces, leyendo cuentos, me he dado cuenta de que aunque buena parte de su calidad depende del desarrollo, lo que hace la diferencia entre un cuento aceptable y uno bueno, o entre uno bueno y uno excelente, es el final.

En las novelas el final también es muy importante, por supuesto, pero se nota más en los cuentos porque al ser narraciones cortas no alcanzan a desarrollar más elementos que puedan satisfacer al lector. En los cuentos el final está más cerca, se siente llegar más pronto y su relación con cada una de las partes del relato es mayor.

¿Por qué son importantes los finales en una historia y más la literatura de entretenimiento? Porque es el punto hacia dónde va la historia desde que comienza, el punto que reúne como destino todo lo acontecido antes. Al comenzar algo, ya tenemos, consciente o inconscientemente, la idea de que queremos que termine como queremos. Si llegamos a un buen destino sentiremos que las dificultades del viaje han valido la pena. Y si en literatura de entretenimiento leemos con el propósito de entretenernos, entonces esperamos que el final nos deje eso, una sensación de que tuvimos una experiencia divertida. Y ese va a ser el recuerdo más fresco que le quede al lector..

Si el final no es satisfactorio, a lo mejor es porque la historia no da todo su potencial y hay que seguir trabajándola.

Elementos de un buen final

Un buen final se conecta con elementos que la historia desarrolló durante su trama, incluso desde el comienzo.

Como dijimos en otra entrada de este blog, en la literatura de entretenimiento el protagonista busca un objetivo principal y lo consigue por sus propios medios (no gracias a ayuda inesperada). Por ejemplo, el propósito del protagonista puede ser identificar y capturar a un asesino o vencer a un personaje que planeaba un atentado.

En algunos cuentos y en especial en las novelas, los aliados y el protagonista tienen objetivos adicionales que también consiguen al final. Por ejemplo, además de identificar al asesino, el protagonista quiere resolver un dilema moral, recuperar su trabajo, conquistar una mujer, entender cosas de su pasado, lograr una paz interior, etcétera.

Es posible que los personajes no sean del todo conscientes de algunos objetivos, especialmente los sicológicos o morales (por ejemplo, cambiar algún aspecto negativo de su personalidad). Sin embargo, la historia los cuestiona tanto que esos problemas salen a flote y el protagonista los enfrenta.

Sin embargo, no basta con conseguir el o los  objetivos. Deben lograrse (o no lograrse en el caso de las tragicomedias) de manera ingeniosa, novedosa, interesante y/o sorpresiva: ingeniosa, en el sentido de utilizar habilidades especiales para lograrlos, de ser recursivos; novedosa, para que no sea la misma solución que dan otros libros del mismo género; interesante, en la medida en que, por ejemplo, el lugar en el que ocurren los últimos acontecimientos sea llamativo; y, finalmente, es especialmente satisfactorio para el lector cuando el objetivo se consigue (o no) de manera sorpresiva. Por ejemplo, el asesino no era el que se sospechaba, sino el mismo que contrató al detective. Como la historia va en una dirección aparente, al dar una sorpresa al final, un giro, se crea una emoción suplementaria y el lector obtiene mayor satisfacción (¿a quién no le gustan las buenas sorpresas?). (Pero la sorpresa no debe salir de la nada, sino que debe haberse insinuado ya en la trama, sin que el lector se dé cuenta).

En el final también se puede revelar una perspectiva diferente de la historia, por ejemplo, el punto de vista o los motivos ocultos de algún personaje. La historia adquiere así un nuevo sentido.

Hay otros elementos que contribuyen a un buen final. Por ejemplo, se puede crear la sensación de un significado mayor de la historia al reelaborar elementos anteriores y presentarlos al final  donde adquieren un nuevo sentido. Muchas figuras literarias se basan en la repetición de palabras. Repetir algo da a entender que algo que venía de antes se cierra y a la vez se abre un nuevo significado. Al mencionar un miedo, un chiste asociado a un contexto, una imagen u otra cosa que ya figuraba antes, se muestra el cambio dentro de lo que en parte sigue igual o se deja ver que algunas cosas siguen igual así cambien un poco. Por ejemplo, el atardecer que el protagonista vio varias veces durante la novela, ahora lo vuelve a ver pero con otros ojos, con otro significado.

Muchas veces el párrafo final o la última frase de una historia hacen referencia al futuro. Pero a ese futuro se llegará gracias a todo lo que ocurrió durante el cuento o novela. Entonces, se abre una nueva historia gracias a que esta terminó. El final se convierte en un nuevo comienzo. Se da a entender, además, que la historia es más grande que la novela, que los personajes existen más allá del libro, pues los dejamos ahí pensando en su futuro.

Finalmente, a veces no todos los objetivos se cumplen al final y queda se deja cierto grado de incertidumbre. Esto es semejante al punto anterior, pues se quiere dar la idea de que la historia sigue más allá del texto. Además, a la imaginación del lector, ya impregnado del tono de la historia, le queda la tarea de resolver esa incertidumbre.

Las posibilidades para construir un buen final son innumerables, pues hay infinitas maneras de elaborar y combinar estos elementos y los que no se mencionaron.

Por otra parte, construir el final de nuestras historias con estos elementos puede darnos ideas para mejorar el desarrollo de la trama. Al ver la historia desde otra perspectiva, desde su destino, es posible hallar nuevos caminos por los que transcurra.

Ejemplos de un buen final

A diferencia que ocurre con los buenos comienzos de cuentos y novelas, es más difícil dar un ejemplo de un buen final en una entrada de blog. Se necesita toda la historia para entender el final.

Voy a dar tres ejemplos, uno a partir del resumen de la trama de un cuento, otro a partir de un cuento publicado en internet y el tercero comentando el final de una novela.

Primer ejemplo

High Stakes, de John Lutz[1]. Hace unos días leí este cuento, me gustó y tiene varios elementos de un buen final. Resumiré las partes de la trama relevantes para entender el final y entre paréntesis irán los comentarios:

Ernie, un apostador en una racha de mala suerte, se hospeda en una habitación en el piso 12 de un hotel.

Dos matones pagados por alguien al que Ernie le debe mil dólares llegan para matarlo. Lo acorralan. Ernie sale por la ventana y queda de pie sobre la saliente. Los matones cierran la ventana y se van.

Durante un largo tiempo, en una gran secuencia de suspenso, Ernie hace todo lo posible por volver a entrar por la ventana, pues no encuentra otra forma de escapar. Tras superar muchos peligros lo logra, utilizando, entre otras cosas, un naipe que tenía en el bolsillo.

(Aquí podría terminar el cuento, pero sigue. Elementos de esta parte del final: el protagonista logra el objetivo de salvar su vida y lo logra de forma ingeniosa).

Ernie se cree a salvo. Pero entran los matones y Carl, el tipo al que le debe los mil dólares. Carl le dice que la deuda queda cancelada, porque acaba de ganar mil dólares. Todo fue planeado. Carl apostó con otra persona, desde el edificio de enfrente, a que Ernie sobreviviría.

(Aquí también podría terminar el cuento, pero sigue. Elementos de esta parte del final: el protagonista logra el objetivo de “escapar de Carl”, pero además lo logra saldando la deuda. También se revela sorpresivamente la perspectiva de otro personaje, Carl, y que las acciones del protagonista respondían en parte a un designio de otra persona).

Ernie, asustado porque casi muere, se arrepiente de su comportamiento anterior. Jura no volver a apostar. Está tan seguro de que no lo hará, que piensa, en la última frase del cuento, que “podría apostarle a eso”.

(el cuento termina mostrando que Ernie no logrará su objetivo (inconsciente) de no apostar más).

Segundo ejemplo

“Espuma y nada más”, de Hernando Téllez. Cuento ya mencionado en la entrada de buenos comienzos. Se puede leer en varios lugares en internet, entre ellos, en la publicación Ciudad viva y en la revista Soho.

En este cuento, el objetivo del protagonista es decidir, mientras afeita al capitán Torres, responsable de múltiples ejecuciones y torturas, entre contribuir a la causa revolucionaria volviéndose un asesino o no hacerlo y seguir siendo un excelente barbero. La cuchilla de afeitar es instrumento para ambos objetivos. Después examinar su dilema, el protagonista decide que no matará al capitán Torres y que no se convertirá en asesino.

(El protagonista resuelve así su objetivo moral y ahí podría terminar el cuento, cuando dice que él “se manchará de espuma y nada más”. Se repite la frase del título (“espuma y nada más”) y ahí entendemos su sentido).

En una segunda parte del final, se revela con sorpresa la perspectiva y el objetivo del otro personaje. El capitán Torres le dice al barbero que le habían dicho que él lo iba a matar, pero que vino a comprobarlo, porque “él sabe que matar no es fácil. Yo sé por qué se lo digo”. El capitán no solo revela su objetivo, sino también que él vivió el mismo dilema moral del protagonista, aunque lo resolvió de manera diferente.

Tercer ejemplo

Novela conocida como El silencio de los inocentes o El silencio de los corderos, según la edición (En el original The Silence of the Lambs), de Thomas Harris.

En este caso, por la extensión, no resumiré la trama. Mencionaré los elementos más importantes del final y qué papel cumplen en el cierre de la novela.

Clarice Starling, la protagonista, estudiante del FBI, se enfrentará sola al asesino en serie que han tratado de capturar durante toda la novela. Los investigadores principales siguen una pista falsa en otra ciudad.

(La protagonista se enfrenta por sus propios medios al antagonista).

Hannibal Lecter, un asesino que colabora con la investigación, le proporcionó a Starling una pista sobre el asesino en serie que tiene secuestrada a la hija de una senadora. Le hizo ver que el asesino solo escondió bien un cadáver, el primero, porque no quería que lo encontraran, pues lo abandonó cerca a su lugar de residencia. Su primer asesinato, no tan planeado, debió nacer del deseo que sentía todos los días al ver a su primera víctima.

De las características que comparten varias de las mujeres asesinadas, Starling deduce el lugar donde el asesino debió contactar a la primera, en un negocio de ropa. Starling va a una casa a buscar a los familiares de la difunta dueña del negocio para obtener más información.

El hijo de la dueña del negocio le abre la puerta. Ella no sabe que él es el asesino.

Mientras habla con él, ve una mariposa o polilla nocturna igual a la que encontró en la garganta de una de las personas asesinadas.

El asesino huye al sótano. Starling lo sigue.

(De forma ingeniosa el protagonista encuentra al asesino).

El asesino apaga todas las luces del sótano.

Starling queda a ciegas. El asesino tiene gafas de visión nocturna. Se prepara para dispararle a Starling. Alza la pistola y la amartilla.

Al oír el ruido Starling dispara en esa dirección. El disparo del asesino roza su mejilla. Los disparos de Starling matan al asesino.

(El protagonista enfrenta al antagonista en un lugar interesante y lo vence de forma ingeniosa. Muchas veces el protagonista está en desventaja y pone en riesgo su vida. Clarice Starling cumple el objetivo de capturar al asesino. Cumple el objetivo de liberar a la hija de la senadora).

Starling estaba en riesgo de que la retiraran de sus estudios, pero gracias a que capturó al asesino los prosigue con renovada confianza.

(La protagonista cumple el objetivo de proseguir sus estudios).

Hannibal Lecter, que escapó de prisión durante la novela, sigue en libertad al final.

(Queda la incertidumbre sobre el futuro de uno de los personajes. Debería estar bajo custodia pero escapó y seguirá libre. Aunque Hannibal Lecter, desde su punto de vista, cumplió su objetivo).

Clarice Starling acepta la invitación de alguien que conoció durante la historia para ir un fin de semana a una finca.

(El protagonista logra su objetivo romántico).

La última frase de la novela “Clarice Starling duerme profunda y dulcemente en el silencio de los corderos”, repite el título del libro. Se conecta el principio con el final, se cierra el último hilo. Además, esta corta frase condensa la realización del objetivo sicológico y profesional de Clarice Starling.

En sus entrevistas con Hannibal Lecter, este asesino intercambiaba recuerdos de Starling por información sobre el asesino en serie. En cierta ocasión, Lecter le preguntó cuál era el recuerdo más doloroso de su niñez. Starling le dijo que era el asesinato de su padre. Un tiempo después de eso, su madre la dejó donde unos familiares en el campo. Allí se encariñó con un caballo. Luego descubrió que a los caballos los sacrificaban para vender la carne. Una noche escuchó a unos corderos gritar (balidos) porque los estaban sacrificando. Eso la movió a escapar con el caballo para salvarlo. Termina en un orfanato.

Clarice Starling todavía tiene pesadillas en las que los corderos gritan. Lecter le pregunta que si cuando atrape al asesino cree los corderos dejarán de gritar. Clarice le dice que sí. Lecter le hace prometer que ella le contará si eso ocurre.

Al capturar al asesino, Clarice Starling sana el recuerdo de la muerte de su padre, transferido luego al caballo, a los corderos y finalmente a las personas asesinadas. Lo logra gracias a su profesión. Al impedir nuevas muertes, los corderos dejan de gritar. Se salva, “salva” a su padre, salvando a los demás.

Sin embargo, Lecter le dice a Starling en una carta final que deberá ganarse ese silencio continuamente porque ese es su “karma”, su condición existencial.

(El protagonista logra su objetivo sicológico (consciente o inconsciente), ligado en este caso a la consecución de sus objetivos profesional y romántico).

 


[1] John Lutz, 1984. “High Stakes”, en: Edward D. Hoch (ed.), 1985. The Year’s Best Mystery and Suspense Stories. Nueva York, Walker and Company.

 

 

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